miércoles, 26 de julio de 2017



en este cuadro del pintor Emilio Carafa, podemos ver a "purvis" al lado del caballo del general

PURVIS


SIempre escuché en el campo, que el perro que va abajo del carro, acompañando, se le llama “don”, pero no encontré el origen, tal vez es un término que usan  los españoles, porque esa zona , todos los campesinos son  inmigrantes  vascos,  catalanes y gallegos. También hemos escuchado y leído que en siglos anteriores, existían pícaros que andaban vendiendo el título de “don” a quienes querían ascender socialmente , hasta hay una canción que cuenta como a un conductor de un mateo en el Buenos Aires colonial le vendieron el título y él se hacía llamar Don Roque, don.Volviendo a los perros, algunos aseguran que los perros presieenten la muerte, porque el enfermo huele a cadáver y por eso, aúllan.
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Coplas y cuentos , nos hablan del  “perro pila” ,perro sin pelo. Cuando llegaron los españoles ya encontraron perros pila, lo que prueba que no fueron introducidos desde Europa. Según Giordano Cavazzuti, es una mutación, una condición embrional de la piel. El perro glabro de piel apizarrada es bastante común en el noroeste argentino donde lo llaman simplemente “pila” y que utilizan en invierno para calentar las camas, porque tienen una temperatura corporal superior en dos o tres grados a la de sus congéneres y no tienen pulgas. En las tolderías del sur había muchos canes y en invierno, dormían todos juntos, lo que sorprendía a los viajeros. Los indios los utilizaban de varias maneras, especialmente en sus excursiones de caza, donde resultaban excelentes ayudantes en la persecución del ñandú y el guanaco. . Se reproducían en libertad y andaban en temibles jaurías., por eso , cuando asaban para la cena, para distraerlos,, hacían, a unos cuantos metros, una falsa hoguera.
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El poeta Osiris Rodriguez Castillo siempre menciona   algún  perrito.
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-Una caña de bambú….un perro lanudo…un tarrito con lombrices…y entre los verdes juncos…, las mojarras…/ Aun veo aquí, la tararira lujosa…como la vaina de un cuchillo de plata…tan parecida a un sueño…de un gurí pescador!


En la historia encontramos perros que se han hecho famosos junto a sus dueños   PURVIS, el perro del general Justo José de Urquiza lo acompañó en las batallas  sin asustarse por los ruidos de las bayonetas y el griterío de los soldados. El pintor Juan Manuel Blanes lo pintó y Caraffa lo reprodujo en el inmenso cuandro “El cruce  del Paraná del Ejército Grande” que se encuentra en el Salón Blanco de la Casa de Gobiernos , de Paraná.
Domingo Faustino Sarmiento, boletinero en la batalla de Caseros, se quejaba  que, cada vez que se arrimaba al general , Purvis, lo garroneaba y le rompía los pantalones,  así se lo cuenta a  su amigo  Onésimo Leguizamón (hermano de Martiniano= en carta que se guarda como documento
Se cuenta que Purvis, tenía la costumbre de robarle la carne a los soldados, y no se podía pedir otra ración. A uno de los más veteranos, lleno de heridas victoriosas, contando una anécdota se descuidó y al verlo al ladrón, en un instante , con su cuchilla, lo abrió  de lado a lado,  desangrándose en pocos minutos… Todos se quedaron callados ¿…quién se animaba a avisarle al general?......Se levantó el sargento y se presentó ante su jefe y contó lo sucedido……Urquiza ordenó 20 azotes ante todos los presentes.

El general lo llamaba PURVIS, recordando a un altanero  comandante de la flora británica en los mares del sur, que decía defender el comercio y la vida de los súbditos  ingleses y mandó  disparar  a las naves argentinas, generando quejas y amenazas de nuestro gobierno por las acciones desmedidas y prepotentes  de Purvis., amenazando con represalias.
Según documentos, en épocas coloniales, los curas se quejaban al cabildo que se hacía imposible dar misa, porque los cerdos seguían a sus dueños y no sólo caminaban por el atrio, sino que celebrar era dificultoso y molesto por los ruidos y  olores .Con los perros pasaba mas o menos lo mismo. Cuando volaba una paloma o un murciélago, los perros enloquecían.
En Gualeguaychú, los perros ladraban toda la noche y mordían a medio mundo, así que , se firmó una ordenanza para que los vecinos trajeran cada quince días, 10 orejas, de esa manera , dejarían en paz a la población. Hubo muchas quejas porque -después de unos días- ya no quedaban perros, y para cumplir tenáin que sacrificar hasta los propio cuzquitos de la casa .

En Paraná, Dionisio Alvarez (Dean Alvarez), solicita por nota al gobernador Echague que limpie la ciudad, porque va por las calles , esquivando perros, pateando bichos muertos y patinando por las cáscaras de frutas y los peor -dice-  las vacas que van a pastar a la plaza, se cruzan a la iglesia donde balan y balan, teniendo que sacarlas los feligreses y muchas veces, el propio cura..
Existe otra queja del Dean, donde los perros le arrrebataron la capa, se la rompieron y lo mordieron… Al poco tiempo, se publica una ordenanza donde se regula los problemas de los billares,  peros, reñideros de gallos y canchas de pelota.
José Gervasio Artigas y los perros, merecen  un capítulo aparte; recordemos su pensamiento, escrito también en una canción:
El día que me quede sin soldados...tendré los arcabuses de la sangre….para pelear con perros cimarrones….por defender el rico patrimonio…que guardan los bravíos orientales!”
 En tiempos en que Bernardino Rivadavia era presidente, se le mandaba a peones y presidiarios a matar los perros que deambulaban en las calles de Buenos Aires.
Simón Bolivar siempre tuvo  perros. Desde chiquito iba a la escuela con su mascota que lo esperaba afuera hasta su salida. En campaña, cuando veía un “ sato”, mestizo, vagabundo  herido, mandaba recogerlo y sanarlo.
Famoso fue su “Nevado” que lo acompañó no sólo en las batallas sino en los desfiles, después de cada triunfo..
Cuando se tuvo que ir a Méjico, llevó dos cachorritos, pero al llegar a destino, se habían muerto..  Tuvo otros, Trabuco”, “Barcino” y hasta un perro inválido que lo llamó “Simoncito”, porque estaba tan estropeado como él.
Pasó el tiempo _ como nueve años-, estando en Bella Vista , Venezuela, ve aparecer a “Nevado” con el indio que lo había cuidado. Todos estaban viejos y heridos, pero juntos.


-Siempre quise tener un perro como la gente…y al fin, el tiempo y la esperanza…me dieron uno,…pero bien “mirao”…es un perro de pocas pulgas: el  MALEVO. (Osiris Rodriguez Castillo)

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